miércoles, 1 de diciembre de 2010

Los libros de texto a examen

La asitencia a la conferencia “De què parlem quan parlem dels llibres de text?” del profesor Jaume Martínez Bonafé  y la lectura de los artículos  El futuro de los libros de texto y Carta a los editores de libros de texto han conseguido provocar la reflexión y el debate sobre preguntas del tipo: ¿cómo serán los libros de texto escolares en el futuro? o ¿ qué papel tomará el fenómeno de la digitalización en los recursos de tradicionales de la escuela?


En mi opinión, el futuro de los libros de texto está completamente en nuestras manos; somos nosotros los próximos docentes quienes decidiremos qué recursos utilizar a la hora de impartir nuestras clases y precisamente esta decisión condicionará al proceso de enseñanza-aprendizaje de nuestros alumnos.
Por suerte, somos una generación, que ha podido constatar los dos vértices del asunto. Desde pequeños, hemos sido testigos de una larga cola de maestros totalmente aferrados al libro de texto como única y exclusiva vía de educar. Pocas veces se han planteado hacer uso de otros métodos y no los culpo, ya que en ese momento, quizá la escuela no diponía de nuevos recursos que aportaran a sus alumnos una amplia gama de posibilidades para aprender.


De todas formas, las necesidades actuales son muy diferentes a la de estos últimos años y la sociedad busca otro tipo de soportes acordes a la interactividad de su día a día. No nos conformamos con abrir la mente a nueva información y asimilarla; sino que queremos compartirla, crearla, colaborar en su elaboración ...
Ya es hora de asumir que los libros de texto no abordan todos estos tipos de ámbitos ni nos ofrecen las ventajas y posibilidades con las que cuentan las nuevas tecnologías, como: la capacidad de comunicar, expresar y compartir información o la adaptabilidad a un aprendizaje cada vez más individualizado.


Es lógico mostrarse resistente a la idea de desarraigarse del libro de texto,entre otras razones por los múltiples intereses comerciales y economícos de las editoriales. Tal y como señala Jordi Adell en "Carta a los editores de libros de texto", en el año 2008 se recaudaron casi 900 millones de euros por los ejemplares vendidos a los ciudadanos de este país. Lógico que tiemblen de miedo al ver posible la caida en picado de estas enormes cantidades de beneficios y todo porque la información valorada en 900 millones de euros se puede esfumar con tan solo un "click".
El pánico es tal que se dan lugar a noticias como las que publicó Europa Press: "Los editores han acusado este martes a los poderes públicos de “cómplices de la piratería” porque “al fomentar la gratuidad de los contenidos educativos se anima a las nuevas generaciones a cuestionar la legitimidad de remunerar la creación”…"

Despertemos! El conocimiento no se valora en cantidades numéricas ni pertenece a una editorial. La teoría ya está inventada y es un terrible error conformarse con las concreciones didácticas que vienen determinadas y establecidas por las editoriales. La magia y la satisfacción de haber obtenido buenos resultados con nuestro propio trabajo, solo se consigue innovando y creando nuevos métodos de aprendizaje, no basándose al completo en unas cuantas hojas de papel.